El 29 de abril de 1943, un pescador que preparaba sus redes encontró un cadáver en una playa de Punta Umbría (Huelva). Se trataba de un hombre y tenía la cara desfigurada y presentaba avanzados signos de descomposición. Entre sus ropas encontraron su identificación. Se trataba de William Martin Martin, oficial de la marina británica. Tras una rápida autopsia, el infortunado marino fue a parar al cementerio de la localidad. Algunos miembros de la numerosa colonia británica en Huelva mandaron grabar su nombreen una lápida, y el suceso fue olvidado.

Este hecho, que podía haber pasado como una tragedia más, resultó ser, sin embargo, fruto de un cuidadoso cálculo, y constituyó uno de los episodios de espionaje, engaño y estrategia más sofisticados de la Segunda Guerra Mundial, bajo el nombre de OPERACIÓN CARNE PICADA

En efecto, en el año 1943, el resultado de la II Guerra Mundial es aún muy incierto. La batalla del Atlántico aún no ha terminado, y el Mediterráneo es el escenario de los encuentros más encarnizados entre ambos bandos. Cualquier información que desvíe al enemigo de los verdaderos objetivos puede inclinar la balanza a uno u otro lado.

El Servicio de Inteligencia británico, dirigido por Owen Montagu, en Bletchney Park, tenía como propósito desviar la atención de los alemanes de los verdaderos intereses aliados en el Mediterráneo, con informaciones falsas. Para ello urdieron un plan de desinformación, aprobado por Churchill, en el que el cadáver del infortunado Martin sería clave. Para ello, tomaron el cadáver de un hombre que acababa de morir por neumonía, le construyeron una personalidad nueva como oficial de la marina y entre su documentación introdujeron cartas que señalaban que el objetivo británico era la isla de Cerdeña y Grecia.

Envasaron el cadáver al vacío y lo llevaron en un submarino, desde la costa occidental de Escocia hasta Huelva, burlando la vigilancia de los temibles submarinos alemanes.

Aunque los británicos habían preparado el plan con meticulosidad, en muchos aspectos tenían que confiar en la buena suerte.

Así, el cadáver ya estaba verde cuando fue encontrado. Esto fue señalado tanto por el pescador como por el médico que realizó la autopsia. Les llamó la atención que, si el cuerpo llevaba el suficiente tiempo en el mar para haber comenzado la descomposición, no presentara las habituales mordeduras de peces o crustáceos.

No obstante, como se encontró agua en los pulmones (uno de los efectos de la neumonía), no hubo duda respecto a que la causa de la muerte era el ahogamiento. Entre las pertenencias del muerto también se encontró una medalla de San Cristóbal, por lo que se dedujo que el marino era católico, por lo que no se le hizo la autopsia completa  y pudo ser enterrado sin problemas en el cementerio de la localidad.

Hasta ahí, el plan se estaba cumpliendo. La aparición de esos documentos no tenía que despertar sospechas.

La cartera de Martin pasó a ser custodiada por las autoridades españolas, que la enviaron a Madrid.

Sin embargo, hubo otro aspecto que estuvo a punto de desbaratar el plan de los agentes de la sala trece de Bletchney Park. Aunque la España desgarrada por las heridas de la guerra civil era oficialmente neutral, los ingleses no confiaban en esta neutralidad y esperaban que los españoles les entregaran inmediatamente los documentos a los alemanes.

En contra el pronóstico de Montagu, las autoridades españolas se mantuvieron firmes y no les entregaron la cartera de Martin.

Esto no detuvo a los alemanes, que consiguieron una copia de los documentos a través de sus espías, y gracias a eso, la operación Carne Picada siguió adelante.

El siguiente paso era que el alto estado mayor alemán se convenciera de la veracidad de los documentos. Para confirmar que los documentos eran reales, los alemanes comprobaron, a través de sus espías que la vida de Martin era la que se suponía. Comprobaron con meticulosidad sus antecedentes en Inglaterra, y encontraron los señuelos que habían dispuesto los británicos. Fueron así mismo a Huelva, donde confirmaron la existencia de la tumba a nombre del marino, con una gruesa lápida que disuadía de moverla.

Como resultado de estas indagaciones, los alemanes dieron por buena la información, reforzando las defensas de Cerdeña y Grecia, y lo que era el objetivo real del plan, desviando la atención y los recursos hacia esos puntos.

Finalmente, el 9 de julio de 1943, los británicos desembarcaron en Sicilia, mediante batallones anfibios, encontrando a los alemanes desprevenidos y lograron conquistar la posición, lo que propició el inicio de la ofensiva aliada en el Mediterráneo. Además, tras la caída de Palermo, los italianos se revelaron contra Mussolini.

El éxito de esta operación sirvió de modelo a las campañas de desinformación que se sucedieron para preparar el desembarco de Normandía y en las que jugaría un papel crucial el desencriptado de la máquina ENIGMA. Pero esa ya es otra historia, para un próximo post.

 

Fuente: Documental Operación Mincemeat: un cadáver para Hitler. Historia de los archivos Secretos. La 2 TVE.

Documentales de la 2

http://www.rtve.es/alacarta/videos/documenta2/documenta2-historia-archivos-secretos-operacion-mincemeat/3102339/

 

Otra información:

Wikipedia